domingo, 28 de octubre de 2007

ORGULLO FILIAL

Diálogo entre una tía política y una vecina de la misma.
NOTA: En el caló de la costa veracruzana, las “eses” finales (y en algunas sílabas intermedias) se cambian por “jotas”.

- “Oiga Lenchita, fijese que me había ejtado sintiendo muy mal.
- Y eso, que males le aquejan vecina?
- Puej que me han ejtado doliendo laj coyonturaj de laj rodillaj y por consiguiente la ejpalda y me canso luego, luego que camino tantito!
- Y que ha hecho para remediar esos males, a ver dígame usted.
- Puej eso le quería comentar, ya que le quiero recomendar a un muy buen doctorcito que me curó de estoj malej. Ej uno que ejtá en un consultorio enfrente de la virgencita de Guadalupe y que por cierto ej muy joven, alto, moreno claro, y que le tiene mucha paciencia a suj enfermitoj. Bueno, le digo ejto porque en el mijmo consultorio, antej de entrar a mi consulta por primera vej, ejcuche comentarioj de otraj personaj que ya son suj pacientej endendenantej. Y cuando me tocó mi turno, confirme todo lo que había ejcuchado. Y luego, cuando cumplí con todaj suj recomendacionej y tome los medicamentoj que me recetó, puej confirmé aún mas completamente, que ej un buen doctorcito, ya que me he sentido mucho mejor. Por esa razón se lo ejtoy recomendando a ujted y a todoj loj que conojco, para que si se sienten mal, acudan a èl y con toda seguridad que loj curará de suj malej.
- Pues no estará usted para saberlo pero ese doctorcito, por las señas que usted me da, es mi sobrino.- dijo la tía con cierto orgullo familiar.”

Posteriormente mi tía me hizo el comentario de esta plática que había tenido con su vecina y precisamente de eso, quiero hacer un comentario.

Una de las más grandes satisfacciones que recibo en estos días, es escuchar opiniones de diferentes personas en relación al servicio que como profesionista de la medicina, está prestando a la sociedad mi hijo mayor.

Recuerdo que en alguna ocasión le dije que si había pensado en ser médico, me daba mucho gusto, pues es una de las carreras mas difíciles y humanitarias, que no cualquier persona puede aspirar, puesto que requerirá siempre de sacrificios, tanto para mantenerse al día en los adelantos científicos, como para escuchar con paciencia a los seres humanos (no hay que dejar de lado ese aspecto) que acuden a solicitar sus servicios, ya que cada uno de ellos será biológicamente distinto y por consiguiente requerirá de un diagnóstico también diferente por parte de él.

Y además que si iba a ser médico, que bueno, pero que también debía tomar en cuenta que debía ser EL MEJOR, no conformarse solamente con serlo.

Es motivo entonces de especial orgullo, el que las gentes que han recibido su atención profesional, se expresen tan bien de su persona, aunque también será un gran compromiso para él, pues deberá responder a ese reconocimiento moral, con dedicación, esfuerzo y sacrificio muchas veces familiar y económico.

Mi reconocimiento entonces y orgullo filial para ese gran hijo, que con su actitud honesta y profesional, demuestra que mi compañera y yo, no sembramos en tierra árida.

martes, 23 de octubre de 2007

AMOR FILIAL

Muchas personas me han preguntado, si tengo preferencia por alguno de mis hijos. De primera intención, respondo que no, que el amor que siento por ellos es igual.
Sin embargo, una vez que en la tranquilidad de mi hogar y con el tiempo suficiente, me he puesto a meditar, pensando si la respuesta que he dado, es correcta.
Una vez hecho esto, he llegado a la conclusión de que el amor que uno siente por cada uno de los hijos, es diferente. Seguramente será en igual medida, pero expresado de diferente manera, pues sabemos que aun cuando los hermanos sean descendientes de padres comunes, TODOS son diferentes entre sí. Eso nos lleva a considerar que también el amor que les profesamos, debe ser diferente para cada uno de ellos.
Un ejemplo de lo anterior, es que de los tres hijos que tenemos mi esposa y yo, la menor es mujer.
He recibido en ocasiones comentarios, respecto a que con ella, tengo mas preferencia que con los varones. Y pudiera ser, pero es originado precisamente por el trato que una niña tiene con sus padres, que es totalmente diferente al trato que tienen los varones.
Pero eso no obsta para que yo tenga también, un trato preferencial para los varones, considerando que por igualdad de género, en ocasiones hay mas entendimiento entre nosotros.
Pero si puedo decir con todo orgullo y amor, que daría la vida por cualquiera de ellos, si se encontraran en alguna situación crítica que lo requiriera.
¡Hijos (as)! ¡Los amo como a nadie en el mundo!

miércoles, 17 de octubre de 2007

COMPARTIR
Desde que somos pequeños, nuestros padres nos insisten en forma constante, en la necesidad de compartir.
"Compartir" se vuelve una letanía que nos acompaña siempre.
Y aquí entre nos, y a fuerza de ser sinceros, muy pocos seguimos esos consejos. No sè si sea nuestra naturaleza humana o bien el ejemplo que vemos en quienes nos preceden, pero nos pasamos la vida exhibiendo nuestro egoismo.
En esta ocasión y en las subsecuentes entregas, quiero compartir con ustedes, las sabias enseñanzas que estoy obteniendo al leer un maravilloso libro, el cual les recomiendo ampliamente.
Tal vez mi fascinación por su contenido, nace del hecho de estar conviviendo a diario con dos pequeños y ejemplares nietos, con los que el Creador me ha bendecido.
Se trata del libro: De Abuelitas, Abuelitos y Otros Angeles Benditos del Escritor, Filòsofo y Humorista Armando Fuentes Aguirre mejor conocido en el periodismo nacional como Catón.
A continuaciòn, transcribo un fragmento de ese extraordinario libro, a fin de que tengan una idea de su contenido.
"Ella y El. O El y Ella: en las dos formas se puede resumir el mundo.
Se conocieron, se trataron, se casaron y ella quedó embarazada (En eso fueron muy originales. Ahora las cosas se hacen casi siempre al revés: ella queda embarazada, se casan, se tratan y finalmente se conocen).
Fue amor a primera vista, pero tuvieron el buen sentido de esperar a la segunda y a la tercera y a otras vistas antes de darse la mutua constancia de su amor. Se amaban, no cabía duda. La prueba esta en que ninguno de los dos podía explicarse como había vivido antes sin el otro.
- No era realmente yo. Era otra. Si hubiera sido yo no habría podido estar sin él.
- Y:
- -¿Quién esa ese que pudo andar por las cosas sin tenerla al lado?
- La noche en que se enamoraron no fue un cuento de Las Mil y Una Noches: fue el cuento de la única noche. La recordarían, pensaron, hasta la última reencarnación o hasta el día del Juicio Final, cuando no escucharían sus nombres por estar recordando aquella noche. Aquella noche….él la miró por la primera vez y por primera vez se vio a si mismo en ella. Y ella tomó posesión de él, y en ese territorio se descubrió completa.
- El día en que se unieron no fue para ellos distinto a los demás, pues siempre habían estado unidos. Poco después supieron que la vida los había escogido para florecer en su vida, pequeño tiesto colgado en el balcón del mundo. Ella sintió en su cuerpo otro cuerpo que era el suyo, algo que al mismo tiempo le era muy propio y muy ajeno, algo que no podía tocar sino con la caricia. Y él supo que en las manitas que apenas se formaban venía un certificado de inmortalidad para èl.
- Fueron felices los dos, y mas se amaron en aquel ser que no era todavía, pero en el cual están los dos de cuerpo entero y alma compartida. Por las noches salían al portal y miraban al cielo con estrellas. Tan pobres, eran dueños de todo; tan pequeños, llevaban en si todas las grandezas; apenas sabían algo mas que sus nombres, pero su sabiduría era mayor que la del sabio. Una cosa si no sabían: ¿iba a ser niño o niña su criatura?
- -¿Qué quieres tu que sea? Le preguntaba ella.
- Y él, muy ufano:
- -Que sea hombre, claro. Como yo.
- Así decía él. Y sonreía ella. Estaban una noche bajo el portal, bajo el cielo, cuando a lo lejos los faros de un vehículo pusieron en la sombra un haz doble de luz.
- -¿Quien será? –preguntó él.
- Se distinguió en una vuelta del camino el automóvil.
- -¡Son tus papás!- se inquietó ella-. ¡Y no tengo que darles!
- Dijo él:
- -Ven entremos. Apagaré la luz para que piensen que estamos ya dormidos y se vayan.
- Así lo hicieron. Llegaron los padres del muchacho, vieron la casa a oscuras, en silencio y se marcharon.
- Tranquila ella, volvieron al portal. No había pasado mucho rato cuando las luces de otro automóvil se acercaron.
- -¿Quién es ahora? –refunfuñó él.
- Se acercó el automóvil.
- -¡Son mis papás! –exclamó la muchacha jubilosa- ¡Recíbelos! ¡Yo voy a calentarles unos frijolitos que quedaron de la cena!
- Después, otra vez solos, ella le preguntó de nuevo a él:
- -¿Qué quieres que sea nuestro bebé? ¿Niño o niña?
- Ahora sonrió el muchacho. Pasó su brazo sobre el hombro de ella y contestó:
- -Quiero que sea niña. Así estaré seguro de que siempre tendrá para nosotros aunque sea unos frijolitos….."

lunes, 8 de octubre de 2007

MIRANDO AL FUTURO

No cabe duda que cuando sentimos estar iniciando el tercer y ùltimo perìodo de nuestra existencia, miramos la vida de diferente manera.
Sentimos que ya no contamos con "toda una vida" para realizar nuestra ilusiones o nuestras fantasìas, pues seguramente no nos alcanzarà el poco tiempo de que dispondremos.
En mi opiniòn deberìa ser al contrario. Ahora! es cuando debemos hacer todo lo que pensamos hacer en alguna ocasiòn y no hicimos. Ahora! es cuando, no debemos preocuparnos por un posible fracaso en nuestras intenciones o actos, pues no nos quedarà tiempo para rumiar ese tropiezo.
Es por eso que me propongo iniciar una cruzada para motivar a todos mis amigos y compañeros de trabajo, a cumplir con sus propòsitos, a llevar a cabo todos sus planes, sin ponerse a pensar en que serà dificil para ellos cumplir sus objetivos.
¡Nada de eso! Al contrario, tenemos que demostrarle a todos los que nos rodean, que podemos salir adelante en nuestra vida, aùn cuando estemos en la, para algunos, terrible Tercer Edad.