DECEPCION DE UN ABUELO.
Después de haber convivido en un parque de diversiones casi toda la mañana con mis dos nietos – lo más hermoso que el Creador me pudiera haber regalado- regreso algo cansado a casa y continúo con las actividades propias de un Abuelo que se precie de serlo.
Juego con mis dos nietos, aunque el mayor quien cuenta con 6 años, acapara mi atención, mientras el menor de 3 años, juega alegremente con su progenitora.
Me percato de que las horas han transcurrido raudas como cuando andaba de novio con mi pareja, por lo que le envío un mensaje a mi primogénito, el padre de mi nieto, para que no se olvide que tiene que pasar por su hijo, ya que ese fue el trato, pues el y su esposa se encuentran disfrutando de sus vacaciones laborales.
Todavía transcurren varios minutos, hasta que ellos hacen acto de presencia. Los dos nietos se encontraban ingiriendo sus alimentos, por lo cual, mi hijo y esposa se sientan a presenciar ese evento.
De pronto, mi nieto el mayor, por accidente tira su vaso de refresco y salpica su ropa y también la ropa de su madre.
Ella reacciona de una forma histérica con gritos y regaños, mientras el pequeño la mira con su semblante lleno de miedo.
- ¡Siempre haces lo mismo! Ya me extrañaba que no hubieses hecho la misma %&$· de todos los días – le dice a gritos.
- Perdón mamá, fue sin querer – balbucea el pequeño, tratando de contener su miedo.
- ¡Te pones los zapatos de inmediato y ya nos vamos! Le ordena ella, mientras el padre solamente contempla la escena.
El niño se acerca a mí buscando protección.
- Dile que te perdone, papi…que fue un accidente y que en el futuro vas a tener mas cuidado.- le digo mientras lo acaricio.
- ¡Ella nunca me perdona! ¡Siempre me regaña y me grita delante de las personas y eso a mi me da mucha pena! – dice el niño con lágrimas en los ojos.
- Entonces, mira vas a hacer algo: Espera a que esté más tranquila y en ese momento dile que no te gusta que te grite y que te regañe de esa manera. Que fue un accidente y que no debería ponerse tan enojada.- le digo en voz baja.
En ese momento la madre se percata de que el niño está hablando con su abuelo y le grita:
- ¡Te estamos esperando! ¡Que esperas para despedirte de tus abuelos!
El niño, casi a punto de los sollozos, se despide de sus abuelos y aborda el auto de sus padres…y entonces suelta el llanto inconteniblemente.
¡Que decepción me causa cada vez que veo esa actitud de los padres de mi nieto! Yo creía que como ellos son universitarios, profesionales de la medicina, iban a tener un trato y una actitud diferente a la que tienen la mayoría de los padres. Sobre todo cuando están agobiados de problemas y de apuros económicos. Que equivocado estaba.
Cuando veo esa actitud de estos padres jóvenes, me doy cuenta que no tienen idea del gran daño que le hacen a una criatura, cuando la agreden verbalmente de esa manera. Cuando le gritan y la hacen sentir tan menospreciada en su autoestima, reprochándole algo tan insignificante, que es de lo mas común entre los pequeños.
Y me preocupa más, cuando advierto que no es una actitud esporádica, sino que es algo común en su trato diario. Lo he presenciado en más de una ocasión y por eso pienso que es así como lo tratan en su hogar. Como dice el refrán: “Un botón basta de muestra, los demás a la camisa”.
Después de haber convivido en un parque de diversiones casi toda la mañana con mis dos nietos – lo más hermoso que el Creador me pudiera haber regalado- regreso algo cansado a casa y continúo con las actividades propias de un Abuelo que se precie de serlo.
Juego con mis dos nietos, aunque el mayor quien cuenta con 6 años, acapara mi atención, mientras el menor de 3 años, juega alegremente con su progenitora.
Me percato de que las horas han transcurrido raudas como cuando andaba de novio con mi pareja, por lo que le envío un mensaje a mi primogénito, el padre de mi nieto, para que no se olvide que tiene que pasar por su hijo, ya que ese fue el trato, pues el y su esposa se encuentran disfrutando de sus vacaciones laborales.
Todavía transcurren varios minutos, hasta que ellos hacen acto de presencia. Los dos nietos se encontraban ingiriendo sus alimentos, por lo cual, mi hijo y esposa se sientan a presenciar ese evento.
De pronto, mi nieto el mayor, por accidente tira su vaso de refresco y salpica su ropa y también la ropa de su madre.
Ella reacciona de una forma histérica con gritos y regaños, mientras el pequeño la mira con su semblante lleno de miedo.
- ¡Siempre haces lo mismo! Ya me extrañaba que no hubieses hecho la misma %&$· de todos los días – le dice a gritos.
- Perdón mamá, fue sin querer – balbucea el pequeño, tratando de contener su miedo.
- ¡Te pones los zapatos de inmediato y ya nos vamos! Le ordena ella, mientras el padre solamente contempla la escena.
El niño se acerca a mí buscando protección.
- Dile que te perdone, papi…que fue un accidente y que en el futuro vas a tener mas cuidado.- le digo mientras lo acaricio.
- ¡Ella nunca me perdona! ¡Siempre me regaña y me grita delante de las personas y eso a mi me da mucha pena! – dice el niño con lágrimas en los ojos.
- Entonces, mira vas a hacer algo: Espera a que esté más tranquila y en ese momento dile que no te gusta que te grite y que te regañe de esa manera. Que fue un accidente y que no debería ponerse tan enojada.- le digo en voz baja.
En ese momento la madre se percata de que el niño está hablando con su abuelo y le grita:
- ¡Te estamos esperando! ¡Que esperas para despedirte de tus abuelos!
El niño, casi a punto de los sollozos, se despide de sus abuelos y aborda el auto de sus padres…y entonces suelta el llanto inconteniblemente.
¡Que decepción me causa cada vez que veo esa actitud de los padres de mi nieto! Yo creía que como ellos son universitarios, profesionales de la medicina, iban a tener un trato y una actitud diferente a la que tienen la mayoría de los padres. Sobre todo cuando están agobiados de problemas y de apuros económicos. Que equivocado estaba.
Cuando veo esa actitud de estos padres jóvenes, me doy cuenta que no tienen idea del gran daño que le hacen a una criatura, cuando la agreden verbalmente de esa manera. Cuando le gritan y la hacen sentir tan menospreciada en su autoestima, reprochándole algo tan insignificante, que es de lo mas común entre los pequeños.
Y me preocupa más, cuando advierto que no es una actitud esporádica, sino que es algo común en su trato diario. Lo he presenciado en más de una ocasión y por eso pienso que es así como lo tratan en su hogar. Como dice el refrán: “Un botón basta de muestra, los demás a la camisa”.
2 comentarios:
Ah que complicado es el asunto de "poder opinar" siquiera en los asuntos (valga la redundancia) de los hijos 'ajenos'...
Me pasa con mi hermana y Sebastián, que veo cosas que simplemente no logro asimilar, especialmente de una sobreprotección que raya en la caricatura...
Pero hace tiempo tuve 'la oportunidad' de ver que mis dos hermanas se hicieran observaciones al respecto, en una cena navideña y el comentario de "tu no me vas a venir a decir como debo educar a mis hijos" salió al aire cual trasto con el pavo que cenábamos...
Desde ahi juré no meter mi cuchara y que cada quién eduque a SUS hijos de la manera que mejor consideren conveniente.
Ni modos Sr Roger, no le queda más que compensar los tragos amargos que seguramente pasarán sus nietos (en algún momento) y ser el mejor abuelo que podrían tener...
Finalmente cada cabeza es un mundo y...algunos, como usted y su señora, finalmente educaron en su momento y oportunidad, a SUS hijos como ustedes consideraron conveniente.
Le mando un abrazo.
Estoy totalmente de acuerdo con tu opinión. Es nuestra obligación apoyarlos en todo lo que ellos requieran, pero definitivamente, ellos son responsables de su actuación ante ellos y ellos recibirán algún día, la calificación que les corresponda como padres. Y en ese sentido, debo decirte que los hijos son directos al juzgar a sus padres. Lo digo por experiencia propia.
Un abrazo y mi gratitud plena por tus palabras.
Roger
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